La literatura colombiana, como manifestación de cultura, es mestiza,
tropical y diversa. La lucha constante de los legados español, indígena y
negro, y la lucha misma en contra de manifestaciones exteriores,
producen en Colombia la constante búsqueda por una voz nacional.
Literatura Indígena
La voz indígena, pobladora original de lo que hoy es Colombia, es
paradójicamente la que menos sobrevive. La violencia de los
conquistadores y sus esfuerzos por imponer sus costumbres causaron la
pérdida de textos legendarios. Algunos de los textos sobrevivientes:
Leyenda de Yurupary. Narración de origen amazónico, escrita por el indio
José Roberto y traducida al italiano por el conde Ermanno Stradelli.
Yurupary es un héroe mítico, conocido en Brasil y Colombia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_…
Por no poseer nuestros indígenas un sistema de escritura concretamente
establecido que haya conservado con fijeza sus expresiones poéticas o
literarias, cabe preguntarse de qué manera o en qué sentido nos podemos
referir a la literatura indígena colombiana. Es claro que ni la
existencia de una literatura ni la ausencia de ésta suponen la negación
de una creación verbal o imaginativa.
Como en otras grandes civilizaciones de la antigüedad, la literatura
colombiana fue originalmente oral. Con el fin de apreciarla, debemos
recurrir a textos tradicionales que fueron fijados cuando se estableció
la costumbre europea de poner por escrito, las narraciones orales.
Descartando por tanto, la pretendida necesidad de encontrar documentos
escritos para poder hablar de literatura indígena colombiana, la
tradición oral se nos presenta como la principal fuente que puede ser
utilizada para la construcción del pasado, en especial de la palabra
viva.
Las culturas sin escritura tienen una memoria sólidamente desarrollada y
transmiten sus tradiciones en una forma oral fuertemente encadenada por
fórmulas, donde se plasma la necesidad de crear un espacio a la
fantasía e imaginación del narrador, a su deseo de ofrecer un
testimonio, de satisfacer el deseo de sensación de toda la colectividad y
de acrecentar el placer que él mismo siente en su relato, persiguiendo
un objetivo estético, ético y didáctico.
La palabra surge alternativamente con una idea del mundo, donde sólo es
posible expresarla colectivamente en el rito, en el mito, en el baile,
en la fiesta y el drama; ella actúa protegiendo y estabilizando a toda
una colectividad y al individuo.
El relato mítico, el poema, el drama, no son creados como textos
literarios en sí; la palabra viva, cumple una función fundamental y
creadora, poderosa y espontánea. Emerge ante todo, y llena de poesía,
frente a una serie de ámbitos como la vivencia trágica y dinámica,
contradictoria y radical de la realidad, la fusión de la musicalidad y
el ritmo de la naturaleza con la palabra, las relaciones del individuo
con el grupo y de éste con su realidad material, en suma, por la
fantasía y emoción que encierra su discurso y que convive con su
realidad social, la cual maneja ampliamente su conocimiento, su
pensamiento y su práctica social.
La palabra viva se mantiene como condición regeneradora, a través de la
tradición oral. Hasta el presente, el relato mítico ha tenido un
tratamiento científico y antropológico, en su funcionalidad mitológica.
Los mitos indígenas no han sido suficientemente estudiados en su
funcionalidad literaria; es decir, teniendo en cuenta los elementos
literarios que subyacen en ellos: presencia de un narrador, metáforas,
relatos incluidos dentro de la narración.
Existen muchos ejemplos de formalización literaria del relato mítico.
Cada uno se caracteriza por el predominio de puntos de vista, estilos e
imágenes que expresan modos de ver la realidad característicos del
hombre indígena.
En el ámbito latinoamericano, encontramos "Hombres de Maíz" de Miguel
Angel Asturias, profundo conocedor de la mitología Maya-Quiché. En la
obra, el mito se nos entrega como un ser vivo que cambia y sufre
mutaciones de acuerdo con las nuevas condiciones históricas. El maíz
como símbolo, representa al hombre que según el Popol-Vuh dio origen a
los primeros hombres.
Relatos Míticos de Colombia Aborígen
En Colombia, hay relatos míticos que en la actualidad, todavía son
narrados por la tradición oral. Veamos algunos ejemplos de aquellos que
tienen una mayor unidad narrativa, tratando de abarcar en lo posible, el
mayor número de comunidades indígenas.
Relatos de los indígenas kogui: "La creación" y "Sintana"; relatos de
los indígenas Chimila: "La mala mujer", "El hombre que soñó con un
caimán"; relatos de los indígenas Sibundoy o kamsá: "Cuento sobre el
hombre que hizo la cocha de Sibundoy", "La leyenda del señor tigre";
relatos de los indígenas kunas: "Por qué la luna tiene la cara
manchada", "El tigre y el fuego"; relatos de los indígenas Guahibo:
"Ibarrua (el caimán)", "El pescado"; relatos de los indígenas Guayabero:
"Lamman", "Mitología guayabero", "Kuwoi"; relatos de los indígenas
Barasana: "Historia de la luna", "Tigre y yague"; relato de los
indígenas Desana: "mito de la creación"; relatos de los indígenas
Murui-muinane: "Historia de la creación", "Historia de Llaroca Amena",
"Historia de Jirallahuma", "Historia del chontaduro"; relatos de los
indígenas Emberá: "Jeropotowarra", "Jinupoto"; relatos de los indígenas
Chamí: "Jinapotabar", "Borocande" (la casa de la cabeza arrancada),
"Karabi".
Junto a los anteriores relatos, existen otros tales como: "Los tres
hermanos" de los Guajiros; "El Trueno" de los Paeces; "El Diluvio" de
los indios Chocós; "Sobre la creación del mundo" de los Catíos de
Antioquia y Chocó; "El trueno Dios" de los Pijaos de Tierradentro;
"Pirrarro" de los Puinabes del Inírida; "Chiminigagua: creación del
mundo" de los Chibchas. Y el mito de Yurupary.